La Unión Europea, liderada por Alemania, ha llevado a cabo un intento de influir en la elección del gobierno polaco tras las recientes elecciones. Los líderes de la UE, encabezados por Ursula von der Leyen, han expresado su preferencia por un gobierno liderado por Donald Tusk, pero se han encontrado con obstáculos en su intento.
Durante años, en Bruselas ha existido una actitud de rechazo hacia el gobierno conservador polaco y su partido gobernante, Ley y Justicia (PiS). Esta hostilidad se hizo evidente antes de las elecciones en Polonia en octubre, con ataques directos por parte de los miembros del establishment de la UE. Manfred Weber, presidente del Partido Popular Europeo, realizó declaraciones agresivas en una entrevista, mostrando claramente su esfuerzo por reemplazar al PiS y reintegrar a Polonia en Europa.
Estos ataques no son hechos aislados, sino que tienen como objetivo cambiar el gobierno en Varsovia. Ursula von der Leyen ha expresado previamente su deseo de que Tusk regrese al poder en Polonia. Katarina Barley, eurodiputada alemana, también ha llamado la atención en 2020 al pedir más presión sobre Hungría y Polonia para garantizar el estado de derecho, sugiriendo el uso de los subsidios de la UE como palanca. A pesar de las críticas, Barley no se ha retractado de sus comentarios y ha celebrado públicamente la posibilidad de un cambio de gobierno en Polonia.
Los líderes alemanes en Bruselas, como Weber y Von der Leyen, parecen estar trabajando para lograr el regreso al poder de Tusk en Polonia, posiblemente esperando que el gobierno polaco sea más influenciado por Berlín, al igual que lo era el gobierno anterior de Tusk. Esto plantea la pregunta de qué tipo de «Europa» buscan dirigir a Polonia: ¿un superestado dominado por Alemania?
Las presiones de la UE sobre Polonia persisten después de las elecciones del 15 de octubre. Aunque el partido gobernante, Ley y Justicia (PiS), ganó las elecciones, la Plataforma Cívica (KO) de Tusk y otros partidos de la oposición obtuvieron más del 54% de los votos y aseguraron una mayoría en el parlamento. Sin embargo, el bloque opositor está fragmentado, lo que dificulta la formación de un gobierno unificado.
Mientras tanto, Tusk, sin esperar la decisión del presidente Duda sobre la formación de un nuevo gobierno, viajó a Bruselas para reunirse con los líderes de la UE, incluida Ursula von der Leyen. Esta situación inusual ha generado indignación no solo en Polonia, sino también en los medios occidentales, que ven la interferencia de la Comisión Europea en la política nacional de los estados miembros como prematura y en violación de las normas democráticas.
La eurodiputada polaca Anna Fotyga, ex ministra de Asuntos Exteriores, ha cuestionado a la Comisión Europea sobre su interferencia en el proceso electoral de Polonia. En un tweet, Fotyga ha planteado preguntas sobre la legitimidad de la reunión de Tusk con Von der Leyen y la influencia de la Comisión en la política polaca.