El pasado 26 de junio se volvieron a repetir las elecciones generales en España. Y si algo quedó claro es que los españoles no quieren experimentos y prefieren “lo malo conocido que lo bueno por conocer”.
El pasado 26 de junio se volvieron a repetir las elecciones generales en España. Y si algo quedó claro es que los españoles no quieren experimentos y prefieren “lo malo conocido que lo bueno por conocer”.
Pasada la resaca del primer debate a cuatro entre los candidatos a Presidente de Gobierno, me quedan dos imágenes: el aburrimiento que me produjeron candidatos encorsetados guiados por un formalismo excesivo a la hora de dirigirse a los votantes, repitiendo una y otra vez el “y tú más” o “no hay gobierno por culpa de Podemos” y los pósit de Mariano repartidos estratégicamente por el atril.
Iniciada la campaña electoral, los candidatos de los diferentes partidos políticos presentan estas elecciones como si de un referéndum/plebiscito se tratase y es que los ciudadanos tenemos que elegir entre continuismo vs. ruptura. La situación de una repetición de elecciones por la falta de acuerdo entre los principales partidos políticos, ha provocado que nuestra democracia se encuentre en la cuerda floja en la que o todo sigue igual o todo cambia, como diría Mercedes Sosa.